jueves, diciembre 16

Carrera


- Aló?
- Hola...
- Marie! hola ¿como estas?, oye qué pas.. - espera-
- Te veo a las 10 en la plazoleta
- Eh!?, oye?... Marie?, sigues ahí?

Presurosa marcha fría por la tarde muertecina de la ciudad, sabor a café, olor a hambre de tardes de libros, ahogados en mar de letras, frío de invierno, la gracia proveyó nubes sin lluvia, excelente ambiente de caminata y fotografía, terrible para conversaciones de espinas y lenguas afiladas.

9:45 pm. Correr en busca de ella. Menos mal que conocía sus rutas, sus lugares de la ciudad, lugares que ellos mismo habían inventado, lugares especiales como tantos otros, esos rincones detrás de un comercio, esquinas bulliciosas o recuadros en la ruta guarecidos de la lluvia por un anuncio, sitios especiales creados por uno mismo, sitios a los que te encuentras ligado, encadenado a recuerdos, quizás termine siendo una herida más ese sitio o más bien puede ser la llave de esos venenos que llevamos encima.

10.01 pm. El corazón agitado tras correr en casi 16 minutos los 45 de distancia, la larga distancia que solo por ella recorre, que solo por ella corre, que solo por ella.

La noche la ocultaba y su vista agitada que apenas le permitía distinguir las sombras no podía dar con su silueta, distinguir la silueta tan bien conocida. De pie en la plazoleta, apoyados en los arboles, apreciando la escena gastada de la vida recién abierta, recién salida de los paquetes nuevos de cada día, la música que él escuchaba lo tenia ya sordo, le dolían los oídos de manera poco sana, pero era preferible ese dolor que permitirle a la duda invadir sus profundos, Rancid a todo volumen para apaciguar sus "por que?", y sus "que sera?", era mejor no esperar nada y no pensar en aquello, siempre se lo repetía. A 2 metros de él con la mirada baja, ojos lagrimales, quizás había llorado toda la tarde, muerte ante aquella mirada, ante su estado, respiro profundo de ambos. Una boina color fresa y un abrigo al tono, hermosa, la visión de ella era perfecta, demasiado bella para perderla en la memoria, para guardarla en los recuerdos que se alteraran por las emociones, necesitaba mantenerla eterna en una fotografía pero debido a la presurosa marcha no tomo la cámara, no tomo el cofre de sus recuerdos que día a día le demostraba lo real de los días, las formas sin pulir y sin gastar por sus delirios.

El olor a noche se infiltro en sus adentros, dos paso, sus brazos sobre los hombros de ella, las miradas se cruzaron indiscretas, "por qué me querías ver?" era la pregunta que debía de ser disparada en ese momento, en ese cielo y esa noche, "por qué me querías ver?" era la pregunta que debía de ser respondida en ese momento, pero no ocurrió, no nació, solo abrazados, entrelazados destruyendo y dando vida a todas las preguntas y dudas incesantes que podrían surgir se quedaron disfrutando la noche, acompañados del silencio de las plazas bañadas con la luna invernal de la ciudad dispuesta a dormir.

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