miércoles, marzo 2

Sabor de Invierno a esos Cuentos

El sabor amargo del ultimo gajo de naranja, ese olor que queda en las manos que sientes con todo tu cuerpo y se confunde con el perfume de tus pensamientos, sabor a verano en pleno invierno, las frutas de temporada quizás en desacuerdo con su sabor a alegría, pero puede ser que la naturaleza lo haya decidió así un poco de frescura, de acidez para los días de frío antes de la primavera dando así una bienvenida al año floral, claro con algo de amargura al final.

Las mismas canciones suenan en la radio desde que la encendí en marzo y la deje de esa forma hasta hoy para llenar con un poco de vida las cuatros paredes vacías en las que me encuentro, creo que es agosto como el 17, el cielo tiene pinta de miércoles así que pasa la basura, en verdad tengo poca basura en el tiesto la mayoría la llevo dentro o adornando mis cosas, no estoy seguro de la hora en que se me descargo el celular, hace como un día creo que ocurrió y no se me ha dado el tiempo de cargarlo. Suena el timbre, es la Cami, que me viene a buscar para comprar unas cosas y comer unas verduras pocas escuchando algo como rock. La verdad es que hace días que no llueve pero sigo con la idea de lluvia en las calles, en la puerta del edificio, en la del trabajo al que no voy hace un mes, lluvia en todas partes limpiando las calles, aunque por lo que me dice la Cami es un día gris, nublado con olor a sueño y estufa, yo prefiero que llueva, que se haga un mar en esta ciudad y vea tranquilidad a mi alrededor, el sueño de nadar calles, plazas, parques y viviendas y no dejar que nada se interponga en mi camino, yo interponerme en el camino de los demás, pero al fin es otro delirio que viene y se va como la misma lluvia o estos días grises. Llegando a la tienda nos saluda la señora de todos los días, debe de ser religiosa o algo, siempre esta ahí viendo a la gente, estudiándola, quizás formulando conclusiones acerca de la vida de los visitantes del pequeño minimarket, armando cortometrajes en base al numero de panes que compran, el tipo de fruta que escogen y las bebidas que toman, calculando los sueños de los demás de la misma forma que yo calculo y trato de averiguar los míos, me gustaría encontrar el sitio web donde están escritos mis sueños, los de la Cami, los de los demás ese sitio donde se guarda la información de cada cosa que pasa por nuestro ojos, donde esta una imagen de cada pensamiento errático que concebimos, me gustaría encontrarlo de verdad, pero en esta bolsa solo hay un par de lechugas y unos tantos limones.

Cuando salí por la puerta de la casa de mi amiga sentí un frío ajeno, el que ella tenia, se me había pegado y con la música que llevaba creo que aumento, muchas voces, muchos ruidos, 2 perros callejeros, 3 escolares callejeros, 4 oficinistas callejeros, no me dejaban transitar tranquilo, tome un bus o 2, iban llenos, llenos de gente que llevaba horas en ellos, días, años ya tenían un hogar en estas maquinas y vivían tranquilos, tranquilos con el mismo miedo hacía los demás que sentían en sus casas, ese terror periódico los centraba y les daba el alivio de temer siempre, apoyados contra los vidrios, como buscando algo en ellos, eran la almohada de muchos, quizás más sueños tenían en estos asientos que en sus propias camas, claro volver al hogar algunas veces se volvía tedioso y entre los reproches de la vida estática encerrada y los reproches del bus eran mejores estos, tenían movimiento, así que a soñar se dedicaban muchas de estas personas, reflejadas en las ventanas, me reflejaba yo y me veía como los juzgaba como la señora de minimarket sacando las conclusiones apresuradas del viaje a cada uno, haciendo que vivieran la vida que yo quisiera para ellos. Lleno de ilusiones sobre estas personas vi unas flores rojas, eran rozas creo, acompañadas de un de los personajes del bus, tenia la mirada perdida en sus zapatos, parecía que tratara de repetir con sus ojos las vueltas que dieron sus cordones, los pasos que llevaban sus zuelas, como tratando de evitar esos pasos, me dio por creer que había errado con esas flores, que lo habían decapitado con una negación, con unos ojos seguros de independencia, con una sonrisa perdonable como tantas veces ya había pasado en la historia de estos hombres, pero quizás la historia que traía en sus espaldas podía bien ser una graduación, un funeral, un amigo en el hospital, no sé mil cosas podían ser las indicadas menos mis creencias, tan errado he estado de la realidad que aventurar en vidas ajenas ya se me ha hecho un delirio de grandeza, como cuando uno pierde y quiere seguir perdiendo para que ganen otros, para que gane la persona que uno quiere ver sonreír con esos juegos, juegos como luces, luces como ojos, fuego, fuego todo terminaba en un semáforo en rojo, en una cara, un recuerdo, otra historia, otro cuento ajeno a al mio que no quiero contar, que me tiene encerrad desde marzo siendo el invierno con unos gajos de naranja para decir: "este es el sabor de la vida, dulce al principio, amargo al final"

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