viernes, noviembre 12

Quedan Asientos


- ¡¡Tomé, La 18, quedan asientos!!

Concepción es una gran ciudad donde se camina envuelto en el bullicio de la vida y el poco tiempo para vivir. Siempre gritan, siempre se escucha por la calle larga del este la invitación a ir a Tomé, quizás cuantas veces se ha oído este grito, perdido en los oídos de transeúntes absortos de la existencia de ese lugar, despreocupados por el mar de gente que despobla concepción para ir a dormir a él.

- ¡¡Tomé, La 18, quedan asientos!!

Recorriendo este pasadizo siempre escuchando lo mismo, siempre conectado a él, esperando oírlo, atento a los colores de los buses que animan las calles, a diferencia de los monótonos buses que hay para recorrer la ciudad, estos al ser "interurbanos" parecen enormes peces corriendo por las calles, tragando cardúmenes de gentes que quien sabrá de donde salen, pintando la ciudad con colores luminosos para invitar a las personas subir a su vientre, cazarlos como los peces que son.

- ¡¡Tomé, La 18, quedan asientos!!

Tomé me es desconocido nunca le he dado importancia alguna a esa comuna dormitorio, poco interesante, de gente que solo vive en sus casas esperando ser tragadas otra vez por los peces de colores, vomitadas en las calles de la gran ciudad, formando nuevamente cardúmenes, despareciendo en los edificios, arrecifes de coral donde se gasta la vida, donde se pierde esta para ganarla más tarde.

- ¡¡Tomé, La 18, quedan asientos!!

Tomé es sinónimo de playa, a las playas de Tomé siempre llegamos, siempre terminamos en ellas después de recorrer el litoral, después de vivir el mar y de darnos cuenta de su inmensidad, playa, arena, sol, sol que se esconde, viento frió penetrante, 20:30 - 21:00 horas, ya es tiempo de largarse, desvincularse del mar volver a la cementada ciudad, nosotros siempre hacemos el viaje inverso, vamos en contra de la corriente, nos engullen los coloridos peces para ir a la gran ciudad no para trabajar si no para dormir, nosotros escapamos de la ciudad para sentir la playa, vivir el mar, no abandonamos la playa para supuestamente vivir la ciudad, por esto me parece que los tomecinos están mal, muy mal de hecho para abandonar el mar e irse engullidos a la ciudad.

- ¡¡Tomé, la 18, quedan asientos!!

Los peces deben estar felices, sus estómagos van llenos. No me preocupaba la gente del mar hasta que me tuve que preocupar por ellos, bastante absurdo suena pero así es. La percepción de la gente con sueños cambió, como todo siempre cambia, como cada vez que escupiendo al cielo terminamos escupiendonos en la cara. Pobre gente atochada en las barrigas de los peces, pobre de la gente que es exorcizada de su utópico lugar para venir a la gris concepción y volver a su lugar ahogados entre ellos mismos, entre las demás personas que sueñan.

- ¡¡Tomé, la 18, quedan asientos!!

Quedan asientos, van llenos pero siempre hay espacio, siempre queda un rincón que sirve para escapar del agobiante ritmo, siempre queda un espacio para ir a dormir y ver el mar, mar al lado, al frente a unos pasos, que suertuda es la gente que sueña, que tiene la inmensidad en sus pies, que puede sentirla cada día, contemplar lo hondo de esta, la profundidad absoluta, desconocida, el lugar donde nacemos y espero perezcamos, que suertuda esta gente que siempre tiene un asiento.

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